MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO
AL XXV CONGRESO MARIOLÓGICO MARIANO INTERNACIONAL
[8-11 de septiembre de 2021]
Queridos hermanos y hermanas:
Participo de corazón en vuestra alegría de celebrar, aunque sea de forma diferente a la habitual, este 25º Congreso Mariológico Mariano Internacional, sobre el tema María entre las teologías y las culturas hoy. Modelos, comunicaciones, perspectivas. Nuestra alegría no debe olvidar el grito silencioso de tantos hermanos y hermanas que viven en condiciones de gran dificultad, agravadas por la pandemia. La verdadera alegría que viene del Señor siempre da espacio a las voces de los olvidados, para que junto a ellos podamos construir un futuro mejor. María, en la belleza del seguimiento del Evangelio y en el servicio al bien común de la humanidad y del planeta, nos enseña siempre a escuchar estas voces, y ella misma se convierte en la voz de los sin voz para «parir un mundo nuevo, donde todos seamos hermanos, donde haya lugar para cada descartado de nuestras sociedades» (Carta Encíclica, Fratelli tutti, 278).
En sus más de sesenta años de actividad, la Pontificia Academia Mariana Internationalis coordinando y reuniendo a estudiosos de la mariología de todo el mundo, especialmente mediante la celebración de Congresos Mariológicos Internacionales, ha brindado intuiciones, ideas y conocimientos en una época de cambios que «transforman velozmente el modo de vivir, de interactuar, de comunicar y elaborar el pensamiento, de relacionarse entre las generaciones humanas, y de comprender y vivir la fe» (Papa Francisco, Discurso a la Curia Romana, 21 de diciembre de 2019). Tales congresos son «un claro testimonio de que la mariología es una presencia necesaria de diálogo entre culturas, capaz de alimentar la fraternidad y la paz» (Mensaje a las Academias Pontificias, 4 de diciembre de 2019).
Sabemos, en efecto, que «la teología y la cultura de inspiración cristiana han estado a la altura de su misión cuando han sabido vivir con riesgo y fidelidad en la frontera» (Constitución Apostólica Veritatis Gaudium, 5). Y en las fronteras, la Madre del Señor tiene una presencia específica: es la Madre de todos, independientemente de la etnia o la nacionalidad. Así, la figura de María se convierte en un punto de referencia para una cultura capaz de superar las barreras que pueden crear división. Por eso, en el camino de esta cultura de la fraternidad, el Espíritu nos llama a acoger de nuevo el signo de consuelo y de esperanza segura que tiene el nombre, el rostro y el corazón de María, mujer, discípula, madre y amiga. Por este camino, el Espíritu sigue diciéndonos «que los tiempos que vivimos son tiempos de María» (Discurso a la Facultad Teológica Pontificia Marianum, 24 de octubre de 2020). La Pontificia Academia Mariana Internationalis, perseverando en su compromiso de renovación, trata de leer los signos de estos tiempos, en beneficio de la Iglesia y de toda mujer y hombre de buena voluntad.
El misterio contenido en la persona de María es el misterio mismo del Verbo de Dios encarnado. De aquí la exhortación del Papa Benedicto: «Exhorto [...] a los estudiosos a que profundicen más la relación entre mariología y teología de la Palabra. [...] la Palabra de Dios es verdaderamente su propia casa, de la cual sale y entra con toda naturalidad. Habla y piensa con la Palabra de Dios; la Palabra de Dios se convierte en palabra suya, y su palabra nace de la Palabra de Dios. Así se pone de manifiesto, además, que sus pensamientos están en sintonía con el pensamiento de Dios, que su querer es un querer con Dios. Al estar íntimamente penetrada por la Palabra de Dios, puede convertirse en madre de la Palabra encarnada» (Exhortación Apostólica Verbum Domini, 27-28).
No olvidemos que es precisamente esta misma Palabra la que alimenta la piedad popular, que acude con naturalidad a la Virgen, expresando y transmitiendo «la vida teologal presente en la piedad de los pueblos cristianos, especialmente en sus pobres [...]; una vida teologal animada por la acción del Espíritu Santo [...], fruto del Evangelio inculturado» (Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, 125-126).
Agradezco a la Pontificia Academia Mariana Internationalis la preparación y organización de este Congreso, que constituye un momento importante al servicio de la coordinación de la teología mariana encomendado a la Academia. Recordando que san Francisco de Asís envolvía a la Virgen María «con un amor inmenso porque había hecho a Dios nuestro hermano» (Buenaventura de Bagnoregio, Leyenda Mayor, IX, 3), os envío de corazón a cada uno de vosotros la Bendición Apostólica.
Roma, San Juan de Letrán, 22 de agosto de 2021, Memoria de Santa María Reina
Francisco
Boletín de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, 8 de septiembre de 2021.
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