DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A UNA DELEGACIÓN DEL "SIMON WIESENTHAL CENTER"
Sala Clementina
Jueves 24 de octubre de 2013
Queridos amigos:
Doy la bienvenida a la delegación del Simon Wiesenthal Center, organización internacional judía para la defensa de los derechos humanos. Sé que esta cita había sido acordada hace ya tiempo por mi amado Predecesor Benedicto XVI, a quien habíais pedido visitarle y a quien se dirige siempre nuestro afectuoso recuerdo y nuestra oración.
Estos encuentros, por vuestra parte, son un signo de respeto y de estima hacia los Obispos de Roma, por lo que estoy agradecido y a lo cual corresponde la consideración del Papa por la obra a la que os dedicáis: combatir toda forma de racismo, intolerancia y antisemitismo, preservando la memoria de la Shoah y promoviendo la comprensión mutua mediante la formación y el compromiso social.
He tenido ocasión de reafirmar otras veces, en estas últimas semanas, la condena de la Iglesia hacia toda forma de antisemitismo. Hoy desearía destacar cómo el problema de la intolerancia debe ser afrontado en su conjunto: allí donde se persigue y se margina a una minoría por causa de sus convicciones religiosas o étnicas está en peligro el bien de toda una sociedad y todos debemos sentirnos implicados. Pienso con especial dolor en los sufrimientos, la marginación y las auténticas persecuciones que no pocos cristianos están sufriendo en diversos países del mundo. Unamos nuestras fuerzas para favorecer una cultura del encuentro, del respeto, de la comprensión y del perdón mutuos.
Para la construcción de una cultura así desearía destacar, en particular, la importancia de la formación: una formación que no es sólo transmisión de conocimientos, sino paso de un testimonio vivido, que presupone el establecimiento de una comunión de vida, de una «alianza» con las jóvenes generaciones, siempre abierta a la verdad. A ellas, en efecto, debemos saber transmitir no sólo conocimientos sobre la historia del diálogo judeo-católico, las dificultades afrontadas y los progresos realizados en las últimas décadas: sobre todo debemos ser capaces de transmitir la pasión por el encuentro y el conocimiento del otro, promoviendo una implicación activa y responsable de nuestros jóvenes. En esto, es de gran importancia el compromiso compartido al servicio de la sociedad y de los más débiles. Os aliento a seguir transmitiendo a los jóvenes el valor del esfuerzo común para rechazar los muros y construir puentes entre nuestras culturas y tradiciones de fe. Sigamos adelante con confianza, valor y esperanza. Shalom!
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