DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A LOS MIEMBROS DE LA FUNDACIÓN "GIORGIO LA PIRA"
Sala Clementina
Viernes, 23 de noviembre de 2018
Queridos hermanos y hermanas:
Recibo con alegría a todos los que participáis en el congreso nacional de asociaciones y grupos dedicados al Venerable Giorgio La Pira. Saludo a cada uno y agradezco las palabras del Presidente de la Fundación Giorgio La Pira. Espero que vuestra reunión de estudio y reflexión contribuya a que el compromiso con el desarrollo integral de las personas crezca en las comunidades y regiones italianas de las que formáis parte.
En un momento en que la complejidad de la vida política italiana e internacional necesita fieles laicos y estadistas de gran calidad humana y cristiana para el servicio del bien común, es importante redescubrir a Giorgio La Pira, una figura ejemplar para la Iglesia y para el mundo contemporáneo. Fue un testigo entusiasta del Evangelio y un profeta de los tiempos modernos; su actitud estuvo siempre inspirada por una perspectiva cristiana, mientras que su acción a menudo se adelantaba a sus tiempos.
Su actividad como profesor universitario fue variada y multiforme, especialmente en Florencia, pero también en Siena y Pisa. Junto a ella dio vida a varias obras de caridad, como la “Misa del Pobre” en San Procolo y la Conferencia de San Vicente “Beato Angélico”. Desde 1936 vivió en el convento de San Marcos, donde estudió la patrística, ocupándose también la publicación de la revista Principi, en la que no faltaban las críticas al fascismo. Buscado por la policía de ese régimen, se refugió en el Vaticano, donde durante un período permaneció en la casa del Sustituto Mons. Montini, que lo estimaba mucho. En 1946 fue elegido en la Asamblea Constituyente, donde contribuyó a la redacción de la Constitución de la República Italiana.
Pero su misión al servicio del bien común encontró su cumbre en el período en que fue alcalde de Florencia en los años cincuenta. La Pira tomó una línea política abierta a las necesidades del catolicismo social y siempre al lado de los últimos y de los sectores más frágiles de la población.
También emprendió un importante programa para promover la paz social e internacional, con la organización de conferencias internacionales “por la paz y la civilización cristiana” y con fuertes llamamientos contra la guerra nuclear. Por el mismo motivo hizo un viaje histórico a Moscú en agosto de 1959. Su compromiso político-diplomático se hacía cada vez más incisivo: en 1965 convocó un simposio por la paz en Vietnam en Florencia, y luego fue personalmente a Hanoi donde se entrevistó con Ho Chi Min y Phan Van Dong.
Queridos amigos, os animo a que mantengáis vivo y difundáis el patrimonio de acción eclesial y social del Venerable Giorgio La Pira; en particular, su testimonio integral de fe, el amor por los pobres y marginados, el trabajo por la paz, la puesta en práctica del mensaje social de la Iglesia y la gran fidelidad a las enseñanzas católicas. Todos estos son elementos que constituyen un mensaje válido para la Iglesia y la sociedad actual, respaldados por la ejemplaridad de sus gestos y de sus palabras.
Su ejemplo es inapreciable, especialmente para aquellos que trabajan en el sector público, que están llamados a estar alerta frente a esas situaciones negativas que san Juan Pablo II definió como «estructuras de pecado» (ver Carta Encíclica Sollicitudo rei socialis, 36). Se trata de la suma de factores que actúan en dirección opuesta a la realización del bien común y del respeto por la dignidad de la persona. Se cede a esas tentaciones cuando, por ejemplo, se busca exclusivamente el beneficio personal o de un grupo en lugar del interés de todos; cuando el clientelismo prevalece sobre la justicia; cuando el apego excesivo al poder bloquea de hecho el recambio generacional y el acceso a los jóvenes. Como decía Giorgio La Pira: «la política es un compromiso de humanidad y de santidad». Por lo tanto, es un camino exigente de servicio y responsabilidad para los fieles laicos, llamados a actuar cristianamente en las realidades temporales como enseña el Concilio Vaticano II (cf. Decreto sobre el apostolado de los laicos Apostolicam actuositatem, 4).
Hermanos y hermanas, el legado de La Pira, que conserváis en vuestras diversas experiencias asociativas, constituye para vosotros como un “puñado” de talentos que el Señor os pide que hagáis fructificar. Os exhorto, pues, a resaltar las virtudes humanas y cristianas que forman parte del patrimonio ideal y también espiritual del Venerable Giorgio La Pira. Así podréis, en los territorios en los que vivís, ser operadores de paz, artífices de justicia, testigos de solidaridad y caridad; ser levadura de valores evangélicos en la sociedad, especialmente en el ámbito de la cultura y de la política; podréis renovar el entusiasmo de entregaros a los demás, dándoles alegría y esperanza. En su discurso vuestro presidente ha repetido dos veces la palabra “primavera”: hoy hace falta una “primavera”. Hoy hacen falta profetas de esperanza, profetas de santidad que no tengan miedo de ensuciarse las manos, para trabajar, para salir adelante. Hoy hacen falta “golondrinas”: sedlo vosotros.
Con estos deseos, que confío a la intercesión de la Virgen María, os bendigo de todo corazón así como a vuestros seres queridos y a vuestras iniciativas. Y os pido, por favor, que os acordéis de rezar por mí. Gracias.
Boletín de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, 23 de noviembre de 2018
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