DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A LOS PARTICIPANTES EN UN ENCUENTRO ORGANIZADO POR EL
CONSORCIO INTERNACIONAL DE MEDIOS CATÓLICOS
"CATHOLIC FACT-CHECKING"
Sala Clementina
Viernes, 28 de enero de 2022
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¡Queridos amigos bienvenidos!
Os acojo hoy para reflexionar junto a vosotros sobre la problemática de la comunicación, en particular sobre el estilo de los comunicadores cristianos frente a algunos temas relacionados con la pandemia del Covid 19. Doy las gracias al señor Montagne por su introducción y saludo de corazón a todos vosotros.
Ya san Pablo VI, en el Mensaje para la Jornada de las comunicaciones sociales de 1972, afirmaba: «El hombre moderno puede reconocer con facilidad que muchas de sus actitudes, juicios, tomas de posición, adhesiones y oposiciones se deben a los conocimientos, cada vez más vastos y rápidos, de opiniones y de comportamiento que le llegan por medio de los instrumentos de comunicación social». Y añade: «la excelencia de la misión del informador que consiste no sólo en destacar aquello que resalta inmediatamente, sino también en indagar los elementos de encuadramiento y de explicación acerca de las causas y las circunstancias de cada uno de los hechos que él debe señalar». Por tanto, este trabajo exige rigor en el método —precisaba Pablo VI—, «el control y la valoración critica de las fuentes, con fidelidad a los datos observados y con la trasmisión integral de los mismos. La responsabilidad es aún más grave cuando el comunicador está llamado —como sucede a menudo— a añadir, a la simple relación del hecho, elementos de juicio y de orientación». Hace un año pude leer un estudio interesante sobre cómo cambia el contenido de una historia por la atención del escritor a lo que transmite. Es interesante. Hecho por un profesor, Simone Paganini, de la Universidad de Aachen: es interesante cómo estudia este problema del cambio del contenido en la transmisión de una cosa.
El Papa Montini hablaba de la comunicación y de la información en general, pero sus palabras se acercan mucho a la realidad si pensamos en cierta desinformación que circula en la web en nuestros días. De hecho, vosotros os proponéis precisamente de poner en evidencia las fake news y las informaciones parciales o engañosas sobre las vacunas contra el Covid-19, y habéis empezado a hacerlo conectando varios medios católicos e involucrando a varios expertos. Vuestra iniciativa nace como un consorcio que se propone estar juntos por la verdad. Y gracias, gracias por esto.
En primer lugar, juntos. Esto, también en el campo de la información, es fundamental. Hacer red, poner en común capacidades, conocimientos, contribuciones, para poder informar de la forma adecuada, representa ya de por sí un primer testimonio. En un tiempo herido por la pandemia y tantas divisiones —también en las opiniones— el hecho de estar en red como comunicadores cristianos es ya un mensaje. Punto de partida, es un mensaje.
No podemos escondernos que, en este tiempo, además de la pandemia, se difunde la “infodemia”, es decir la desinformación de la realidad basada sobre el miedo, que en la sociedad global hace ecos resonantes y comentarios sobre noticias falseadas si no inventadas. A este clima puede contribuir, a menudo inconscientemente, también la multiplicación y la superposición de informaciones, comentarios y opiniones llamadas “científicas” que terminan por crear confusión en el lector y en el oyente.
Por eso es importante estar en red y hacer alianza con la búsqueda científica sobre las enfermedades, que avanza y nos permite combatirlas mejor. «El saber se comparte, la competencia se intercambia, la ciencia se pone en común» (Discurso a la Biomedical University Foundation de la Universidad Campus Biomédico, 18 de octubre de 2021). Esto vale también para las vacunas: «es urgente ayudar a los países que tienen menos, pero hay que hacerlo con planes de largo alcance, no sólo motivados por la prisa de las naciones ricas por ser más seguras. Los medicamentos deben distribuirse con dignidad, no como limosnas piadosas. Para hacer un bien real, necesitamos promover la ciencia y su aplicación integral» (ibid.) Por eso, estar informados correctamente, ser ayudados a entender sobre la base de los datos científicos y no de las fake news, es un derecho humano. La correcta información debe ser garantizada sobre todo a aquellos que están menos provistos de medios, a los más débiles, a aquellos que son más vulnerables.
La segunda palabra, después de juntos, es para: juntos para. Es una palabra muy pequeña pero reveladora: nos recuerda que como cristianos estamos contra las injusticias y las mentiras, pero siempre para las personas.
Incluso si el propósito de vuestro consorcio es el de combatir la desinformación, contrastar las fake news y la manipulación de las conciencias de los más débiles, no debemos olvidar nunca la diferencia fundamental entre las noticias y las personas. Las fake news deben ser contrastadas, pero siempre deben ser respetadas las personas, que a menudo se adhieren a ellas sin plena advertencia ni responsabilidad. El comunicador cristiano hace suyo el estilo evangélico, construye puentes, es artesano de paz también y sobre todo en la búsqueda de la verdad. Su enfoque no es de oposición a las personas, no asume actitudes de superioridad, no simplifica la realidad, para no caer en un fideísmo científico. De hecho, la ciencia misma es un continuo aproximarse a la solución de los problemas. La realidad es siempre más compleja de lo que creemos y debemos respetar las dudas, las angustias, las preguntas de las personas, tratando de acompañarlas sin tratarlas nunca con suficiencia. El diálogo con los dudosos.
Como cristianos debemos ser los primeros en evitar la lógica de la contraposición y de la simplificación, tratando siempre de acercar, de acompañar, de responder de forma serena y razonada a las preguntas y a las objeciones. Intentemos trabajar por la información correcta y veraz sobre el Covid-19 y las vacunas, pero sin cavar zanjas, sin guetizar. La pandemia nos invita a abrir los ojos sobre lo que es esencial, sobre lo que realmente vale, sobre la necesidad de salvarnos juntos. Tratemos de estar juntos para y nunca contra. Juntos para. Y recordemos que el acceso a las vacunas y a las curas debe ser garantizado a todos, también a los más pobres: sanaremos si sanamos juntos. Sobre esto, quisiera subrayar una cosa que siempre he dicho: de una crisis no se sale solos; o se sale juntos, o nadie sale bien. No saldremos iguales: saldremos mejores o peores. Porque la crisis nos pone en dificultad y es necesario encontrar soluciones. Pero el problema —es una trampa psicológica— es cuando la crisis se transforma en conflicto y el conflicto no se resuelve: solamente con la “guerra”, con las distancias, con las contraposiciones, y esto es volver siempre atrás y no hacer avanzar el diálogo, el juntos. No dejar nunca que una crisis se convierta en conflicto. No, es una crisis. Estamos en crisis, tratemos de salir juntos.
Finalmente, la última breve reflexión es sobre la palabra verdad. No nos cansemos de verificar las noticias, de presentar de forma adecuada los datos, de estar nosotros mismos siempre en búsqueda. La búsqueda de la verdad no puede inclinarse a una óptica comercial, a los intereses de los poderosos, a los grandes intereses económicos. No. Estar juntos para la verdad significa también buscar un antídoto a los algoritmos diseñados para maximizar la rentabilidad comercial, significa promover una sociedad informada, justa, sana y sostenible. Sin un correctivo ético, estas herramientas generan ambientes de extremismo y llevan a las personas a peligrosas radicalizaciones, y este es el conflicto.
El antídoto contra todo tipo de falsificación es dejarse purificar por la verdad. Es cierto, la verdad purifica. Para el cristiano, la verdad no es nunca solo un concepto que se refiere al juicio sobre las cosas, no, esta es solo una parte de la verdad. La verdad se refiere a la vida entera. «En la Biblia tiene el significado de apoyo, solidez, confianza [...]. La verdad es aquello sobre lo que uno se puede apoyar para no caer. En este sentido relacional, el único verdaderamente fiable y digno de confianza, sobre el que se puede contar siempre, es decir, «verdadero», es el Dios vivo. He aquí la afirmación de Jesús: «Yo soy la verdad» (Jn 14,6). El hombre, por tanto, descubre y redescubre la verdad cuando la experimenta en sí mismo como fidelidad y fiabilidad de quien lo ama» (Mensaje para la 52° Jornada de las Comunicaciones sociales 2018). Trabajar al servicio de la verdad significa por tanto buscar lo que favorece la comunión y promover el bien de todos, no lo que aísla, divide y contrapone. No lo que nos lleva al conflicto.
Hermanos y hermanas, en nuestras oraciones tengamos siempre presentes a las víctimas de la pandemia y a sus familiares. Y tengamos presentes a aquellos que, sin tener el virus, han muerto en el servicio de la gente enferma. Son los héroes de estos días, muchos héroes ocultos. A vosotros y a vuestros colaboradores os deseo un buen trabajo y de corazón os bendigo. Y por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Gracias!
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