DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A LOS MIEMBROS DE LA FUNDACIÓN PAPAL
Sala del Consistorio
Viernes, 21 de abril de 2023
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Eminencias,
excelencias:
Me complace saludaros, miembros, administradores y delegados de la Papal Foundation, y expresaros mis mejores deseos, acompañados de la oración, por vuestra permanencia en la Sede de Pedro, llamado por el Señor en la Última Cena, en presencia de los otros, para confirmar a los hermanos y servir como signo visible de unidad para la Iglesia (cf. Lc 22,31-32). Este mandato público de responsabilidad, transmitido a sus sucesores, es compartido en distinto grado por todas las realidades que, directa o indirectamente, asisten al Papa en el cumplimiento de su misión. Al estar calificada como “papal” —Papal Foundation—, queridos hermanos y hermanas, vuestra fundación se puede ciertamente considerar entre éstas.
A la luz de la responsabilidad por la unidad encomendada a Pedro y a sus sucesores, quisiera subrayar dos aspectos de vuestra colaboración en la misión del Papa. El primero es la promoción de la unidad. Lamentablemente, vemos también en nuestros días cómo la unidad de la Iglesia está herida por la división. Y el diablo es especialista en la lucha contra la unidad, ¡es un especialista! Esto a menudo es causado por influencia de ideologías y movimientos que, incluso teniendo a veces buenas intenciones, terminan por fomentar partidos y críticas, donde cada uno desarrolla un cierto complejo de superioridad cuando se trata de comprender la práctica de la fe. Esto está ulteriormente agravado por la aplicación de una terminología mundana, sobre todo de tipo político, cuando se habla de la Iglesia y de la fe misma. San Pablo advirtió a la Iglesia naciente de estos instrumentos de división, que hablan de forma superficial o rechazan del todo la naturaleza de la Iglesia, como unidad en la diversidad, como unidad sin uniformidad (cf. 1 Cor 3,1-9; Rm 16,17-18). Y Aquel que hace esta unidad sin uniformidad, el único capaz de hacerlo es el Espíritu Santo.
Motivados por una fe sincera y por el vivo deseo de ayudar a los otros, los miembros de la Papal Foundation se elevan por encima de estas divisiones facciosas y promueven la unidad a través de la generosa financiación, cada año, de numeroso proyectos y becas que brindan asistencial vital, sin prejuicios o discriminación, a nuestros hermanos y hermanas en el mundo entero. Con gratitud por vuestro testimonio en este sentido, os animo a perseverar en vuestro particular servicio a la unidad de la Iglesia universal.
El segundo aspecto, recordado por la responsabilidad encomendada a Pedro y a sus sucesores para la unidad de la Iglesia, es la transparencia. Unidad y transparencia. Como sabéis, en los últimos años la Santa Sede ha dado pasos significativos para garantizar que los servicios prestados a la Iglesia universal y a la sociedad en general por sus diversos dicasterios, instituciones y oficinas se lleven a cabo con la adecuada transparencia. Esto es particularmente importante en el servicio de caridad, que confía en la buena voluntad y la generosidad de tantas personas en todo el mundo. Aunque no sean comparables al inmenso daño que deriva de la incapacidad de proteger a los más vulnerables de varias formas de abuso, los escándalos financieros causados por la falta de vigilancia y transparencia dañan el buen nombre de la Iglesia y pueden cuestionar la credibilidad de la misma fe. Al respecto, doy las gracias y aprecio a la Papal Foundation por el constante compromiso para mantener medidas adecuadas de transparencia, para que la financiación de becas y proyectos vaya verdaderamente en beneficio de quien lo necesita y contribuya a la edificación del Reino de Dios en la tierra. Y nada se quede por el camino, o en los bolsillos.
Queridos amigos, expreso una vez más mi gratitud por todo vuestro compromiso y rezo para que seáis renovados en vuestro celo para asistir la obra de caridad del Obispo de Roma, que preside en la caridad a la Iglesia entera (cf. Ignacio de Antioquía, Carta a los Romanos, Proemio). ¡Gracias, gracias de verdad! Sé que vosotros hacéis este trabajo con alegría, con gozo. Nunca perdáis el sentido del humor, nunca, adelante con esto, que es muy importante. Os encomiendo, con vuestras familias y los que están asociados a vuestra misión, a la intercesión de María, Madre de la Iglesia, y de corazón os bendigo. Y os pido, por favor, que no os olvidéis de rezar por mí. ¡Gracias!
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