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DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO
 A LOS MIEMBROS DE LA RED "TALITHA KUM"
CON OCASIÓN DE LA JORNADA MUNDIAL DE ORACIÓN
CONTRA LA TRATA DE PERSONAS

Viernes, 7 de febrero de 2025

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¡Queridas hermanas y hermanos!

Me alegro de encontrarme con ustedes y de unirme a quienes se comprometen diariamente en la lucha contra la trata de personas. Agradezco en particular a «Talitha Kum» el servicio que presta. ¡Gracias!

Nos reunimos en vísperas de la fiesta de Santa Josefina Bakhita, que fue víctima de esta terrible plaga social. Su historia nos da tanta fuerza, mostrándonos cómo, a pesar de la injusticia y el sufrimiento padecidos, con la gracia del Señor es posible romper las cadenas, volver a ser libres y convertirse en mensajeros de esperanza para otros que se encuentran en dificultades.

La trata es un fenómeno mundial que se cobra millones de víctimas y no se detiene ante nada. Siempre encuentra nuevas formas de insinuarse en nuestras sociedades, en todas las latitudes. Ante este drama, no podemos permanecer indiferentes y, al igual que ustedes, debemos unir nuestras fuerzas, nuestras voces y pedir que cada uno asuma sus responsabilidades, para luchar contra esta forma de criminalidad que se lucra a costa de la vida de los más vulnerables.

No podemos aceptar que tantas hermanas y hermanos sean explotados de una manera tan despreciable. El comercio de cuerpos, la explotación sexual, incluso de niños y niñas, y los trabajos forzados son una vergüenza y una violación muy grave de los derechos humanos fundamentales.

Sé que son un grupo internacional, algunos de ustedes han venido desde muy lejos para esta semana de oración y reflexión contra la trata. Les doy las gracias. Felicito de manera especial a los jóvenes embajadores contra la trata que, con creatividad y energía, encuentran siempre nuevas formas de sensibilizar e informar.

Animo a todas las organizaciones de esta red y a todas las personas que la componen a que sigan aunando esfuerzos, poniendo en el centro a las víctimas y supervivientes, escuchando sus historias, cuidando sus heridas y amplificando sus voces. Esto significa ser embajadores de esperanza; y espero que en este Jubileo muchas más personas sigan su ejemplo.

Los bendigo y los acompaño en la oración. Y ustedes también, por favor, recen por mí. ¡Gracias!

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Boletín de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, 7 de febrero de 2025



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