JUAN PABLO II
ÁNGELUS
Domingo 4 de octubre de 1981
1. "Miguel: ¿quién como Dios?". El nombre del Arcángel que hemos celebrado la semana pasada, el 29 de septiembre, es una llamada, es un programa. Es, en cierto sentido, el programa originario del Reino de Dios, nacido en la lucha que brotó entre la elección y el rechazo de Dios en la majestad de su eterna santidad: Dios, que es Creador de todo lo que existe, y, al mismo tiempo, es Padre de lo que lleva en sí el signo interior de su imagen y semejanza. El nombre "Micha-el": "¿quién como Dios?" contiene en sí la más sencilla y también la más plena motivación del programa del amor: del amor a Dios solo sobre todas las cosas y del amor a todas sus criaturas según la medida del bien que les es propio.
¿Quién como Dios?
2. Hoy, mientras la Iglesia entera -y en particular la Iglesia en Italia- recuerda a San Francisco de Asís, en el umbral del 800 aniversario de su nacimiento, es preciso decir que toda la vida del Pobrecillo de Asís estuvo penetrada ciertamente por este programa. Su vida nació de un análogo encanto hacia la misma Divina Esencia: "¿quién como Dios?", y, por lo tanto, también hacia el mundo creado por Dios y redimido por Cristo. Por esto, la vida de San Francisco se ha insertado de modo tan singular en la historia del Reino de Dios sobre la tierra. Después de 8 siglos, esta inserción parece tan actual, tan convincente, como en los siglos XII y XIII: este hombre, que amó a Dios sobre todas las cosas, a los hombres y a todas las criaturas a medida del bien que les es propio, nos habla incesantemente con la verdad interior de toda su existencia, de toda su vida y de su vocación. A él renuevo hoy la oración que le dirigí el 5 de noviembre de 1978, con ocasión de mi peregrinación a Asís: "Ayúdanos a traducir todo... a un lenguaje evangélico sencillo y provechoso. Ayúdanos a resolver todo en clave evangélica, para que Cristo mismo pueda ser 'Camino-Verdad-Vida' para el hombre de nuestro tiempo" (Juan Pablo II. Enseñanzas al Pueblo de Dios I, 1978, 158).
3. Después de casi cinco meses, tengo hoy la alegría de encontrarme de nuevo ante el altar de la basílica de San Pedro, para realizar, durante la Misa, el solemne acto de beatificación de tres hermanos nuestros y de dos hermanas, que en su vida terrena vivieron de manera heroica el mensaje de Cristo: Alain de Solminihac, francés, abad del monasterio de Chancelade de los Canónigos Regulares de San Agustín y después obispo de Cahors: ejemplo luminoso de profunda vida religiosa y de incansable actividad pastoral. Luis Scrosoppi, italiano, fundador de las religiosas de la Providencia: amó intensamente a Jesús, a la Iglesia, a los "pequeños", especialmente a los más abandonados. Ricardo Pampuri, italiano, médico y religioso de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios (Fatebenefratelli): supo contemplar y servir en los enfermos a Cristo paciente. Claudina Thévenet, francesa, fundadora de la congregación de las religiosas de Jesús-María: una mujer que se consagró totalmente a Cristo y trabajó, con múltiples iniciativas, por la promoción humana, espiritual y social de la juventud. María Repetto, italiana, de la congregación de las religiosas de Nuestra Señora del Refugio: modelo fúlgido de amor a Dios y al prójimo, especialmente a los que sufren y a los marginados.
En cada uno de ellos, ¿no se nos hace sentir, como en un eco lejano, el programa originario del Reino de Dios en toda la creación, y sobre todo en el hombre y entre los hombres? El programa que expresa el nombre de Miguel -Michael- "¿quién como Dios?".
Al meditar el misterio de la Encarnación del Verbo Eterno en el seno de María Virgen, roguemos para que su intercesión y, al mismo tiempo, el ejemplo maravilloso de San Francisco de Asís y de los nuevos Beatos nos ayuden a acoger el mismo programa: "¿Quién como Dios?".
Después del Ángelus
(En francés)
Queridos peregrinos de lengua francesa: Me complazco en saludaros de nuevo y felicitaros por haber venido en tan gran número a honrar a Alain de Solminihac y Claudine Thévenet, en este día de su beatificación. Que estos dos servidores ejemplares de la Iglesia —oriundos de tierras de Francia— y los otros Beatos de este domingo, os ayuden a trabajar con ardor en la evangelización del mundo contemporáneo. Bendigo a vosotros y vuestros seres queridos.
(En alemán)
También quisiera saludar cordialmente a los visitantes de lengua alemana. En una liturgia solemne hemos expresado nuestro gozo porque existen siempre hombres que testimonian y representan de modo extraordinario a Jesucristo, y así pueden llamarse Beatos y Santos en la Iglesia. Es ésta una vocación que también se nos ofrece a nosotros.
(En inglés)
A todos los visitantes y peregrinos anglófonos que han venido a la beatificación de esta mañana, gracia y paz en Nuestro Señor Jesucristo. Va mi bendición a vosotros y a vuestros seres queridos que han quedado en la patria.
(En español)
A todos los peregrinos y grupos de lengua española presentes en este encuentro, mi cordial saludo lleno de benevolencia. Pido al Señor por vuestras intenciones personales y familiares y os imparto de corazón la bendición apostólica.
(En polaco)
¡Michael! ¡Quién como Dios! Las últimas palabras son para mis compatriotas. Dos deseos especiales. Pedid por la elevación a los altares, por la beatificación y canonización de los Siervos y Siervas de Dios que nuestra patria ha generado. Pedid también por la juventud académica que con el comienzo de octubre empieza el curso; por intercesión de la Sabiduría Divina pido a Dios que estos jóvenes hermanos y hermanas nuestros encuentren en el camino de los estudios la sabiduría más profunda, para que se preparen a servir a la patria y a todos los hermanos y hermanas de nuestra tierra y de toda la tierra. Alabado sea Jesucristo.
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