JUAN PABLO II
ÁNGELUS
Domingo 26 de diciembre de 1982
Sagrada Familia de Nazaret
1. "Bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad. Su Madre conservaba todo esto en su corazón" (Lc 2, 51). El Misterio de la Navidad del Señor encierra en sí el Evangelio de la familia. Y hoy lo revela y lo proclama de modo particular.
El domingo infraoctava de la Navidad del Señor está dedicado a la veneración de la Sagrada Familia de Jesús, María y José: La Sagrada Familia de Nazaret.
A través de este misterio divino, contemplamos hoy a cada una de las familias humanas considerándola la más pequeña Iglesia doméstica, donde deben recibir la necesaria veneración los valores humanos más profundos: los valores de la vida y del amor, mediante los cuales nace y se desarrolla la humanidad de cada hombre.
2. Las palabras tomadas del Evangelio de San Lucas hablan de las leyes fundamentales de este desarrollo. Ved a Jesús que retorna a Nazaret y está sometido a ellos, a María y José. Esta "sumisión" significa obediencia filial pero también simultáneamente apertura obediente a la humanidad, que necesita aprender siempre, sobre todo en la familia. Los padres deben comportarse de tal manera que los hijos encuentren en ellos un modelo vivo de humanidad madura, y puedan, basándose en este modelo, construir gradualmente la propia madurez humana y cristiana. En efecto, así se expresan las últimas palabras del Evangelio de hoy: "Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres" (Lc 2, 52).
3. A esta primera ley del desarrollo del hombre en la familia corresponde otra. El Evangelista dice que "su Madre conservaba todo esto en su corazón" (Lc 2, 51). Para que en la familia se pueda realizar el desarrollo de la personalidad, es necesaria una gran sensibilidad hacia los demás. Ante todo, la de la madre y el padre para con el hijo, pero también la debida sensibilidad en cada una de las relaciones recíprocas. Esta sana sensibilidad crea un clima de amor, en el que se desarrolla el hombre. Como una planta requiere luz y calor para su desarrollo, así también el hombre tiene necesidad del amor.
4. Hoy, al rezar el Angelus Domini, pidamos por todas las familias del mundo, en particular por las que se hallan en cualquier dificultad. Pidamos por la santidad de la vida familiar. Pidamos que la Exhortación Apostólica Familiaris consortio, fruto del último Sínodo de los Obispos, sirva bien a la causa de la familia en la Iglesia y en el mundo.
Cada domingo recuerdo a mis hermanos en el Episcopado que, este año que está para terminar, han visitado los "umbrales de los Apóstoles". Hoy quiero recordar a los Pastores de la Iglesia de mi patria, los cuales, entre los Episcopados de Europa, han cumplido también este deber. Que su ministerio episcopal de frutos dichosos en Polonia donde, desde hace más de mil años, la Iglesia está profundamente unida a la nación.
Unida, porque siempre está solícita del bien espiritual de toda la nación, con la que la Iglesia comparte las vicisitudes de la vida. Unida, porque la nación misma mira siempre a la Iglesia como fiduciaria de sus aspiraciones y esperanzas, como a la que defiende sus tradiciones pluriseculares y sus valores humanos y cristianos.
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