MENSAJE DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
AL NUNCIO APOSTÓLICO EN CHIPRE
A monseñor PIETRO SAMBI
Nuncio apostólico en Chipre
Me complace saber que usted participará en el encuentro organizado en Nicosia (Chipre) por la Fundación cultural del santo monasterio de Kykkos, Archangelos, en colaboración con el departamento de comunicación y medios de comunicación, sección cultural, de la universidad Panteion de Atenas, y le pido que transmita a los organizadores y a todos los participantes la seguridad de mi apoyo con la oración y mi aliento.
El tema del encuentro, el diálogo entre las religiones y las culturas, es muy oportuno. Entraña el desafío de promover modos concretos encaminados a mejorar la comprensión entre los pueblos, creando así las condiciones para afrontar muchos de los problemas que afligen a la familia humana al comienzo del este milenio. La tiranía de la injusticia, del egoísmo y del prejuicio sólo puede vencerse con un amplio renacimiento del espíritu humano en el corazón de cada uno y en las relaciones entre los pueblos del mundo. Oro con fervor para que el encuentro de Nicosia muestre que no existe fundamento, ni teórico ni práctico, para una discriminación entre las personas y entre los pueblos. Todos comparten la misma dignidad humana y los derechos que derivan de ella (cf. Nostra aetate, 5).
En Asís, la ciudad de san Francisco, muchos líderes de las religiones del mundo se reunieron el pasado 24 de enero para rezar por la paz y comprometerse a trabajar por la causa de la paz. Quisieron mostrar que la fe religiosa auténtica es un manantial inagotable de respeto mutuo y armonía entre los pueblos. En efecto, es el antídoto principal contra la violencia y los conflictos. Este es también el mensaje que brotó del encuentro interreligioso, en el que participaron las tres religiones monoteístas, celebrado en diciembre del año pasado en Bruselas por invitación de Su Santidad Bartolomé I, patriarca ecuménico, sobre el tema: "Hacia una coexistencia pacífica y una colaboración entre las religiones monoteístas", y de la declaración ratificada el pasado 21 de enero en Alejandría por los líderes cristianos, judíos y musulmanes de Tierra Santa.
Estos acontecimientos, y las convicciones que expresaron, son signos de auténtica esperanza. Confío en que este encuentro en Chipre fortalecerá ulteriormente el diálogo entre las religiones y las culturas como parte esencial de la búsqueda de la paz en el mundo. Por esta razón, pido al Señor que derrame sus bendiciones sobre los participantes, y les aseguro el compromiso irrevocable de la Iglesia católica en favor de esta causa.
Vaticano, 6 de marzo de 2002
JUAN PABLO II
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