SOLEMNIDA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA
ACTO DI VENERACIÓN A LA INMACULADA
ORACIÓN DEL SANTO PADRE LEÓN XIV
A MARÍA INMACULADA
Plaza de España
Lunes, 8 de diciembre de 2025
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¡Dios te salve, oh María!
Alégrate, llena de gracia,
de esa gracia que, como luz gentil, hace radiantes
a aquellos sobre quienes reverbera la presencia de Dios.
El Misterio te envolvió desde el principio,
desde el seno de tu madre comenzó a hacer grandes cosas en ti,
que pronto requirieron tu consentimiento,
ese «Sí» que inspiró muchos otros «síes».
Inmaculada, Madre de un pueblo fiel,
tu transparencia ilumina Roma con luz eterna,
tu camino perfuma sus calles más que las flores que hoy le ofrecemos.
Muchos peregrinos de todo el mundo, oh Inmaculada,
han recorrido las calles de esta ciudad
a lo largo de la historia y en este año jubilar.
Una humanidad probada, a veces aplastada,
humilde como la tierra de la que Dios la ha moldeado
y en la que no cesa de soplar su Espíritu de vida.
Mira, oh María, a tantos hijos e hijas en quienes no se ha apagado la esperanza:
haz brotar en ellos lo que tu Hijo ha sembrado,
Él, Palabra viva que en cada uno pide crecer aún más,
tomar cuerpo, rostro y voz.
Que florezca la esperanza jubilar en Roma y en cada rincón de la tierra,
esperanza en el mundo nuevo que Dios prepara
y del que tú, oh Virgen, eres como la gema y la aurora.
Después de las puertas santas, ábranse ahora otras puertas
de hogares y oasis de paz en los que renazca la dignidad,
se eduque en la no violencia, se aprenda el arte de la reconciliación.
Venga el reino de Dios,
novedad que tanto esperaste y a la que te abriste íntegramente,
de niña, de joven y de madre de la Iglesia naciente.
Inspira nuevas intuiciones a la Iglesia que camina en Roma
y a las Iglesias particulares que en cada contexto recogen
las alegrías y las esperanzas, las tristezas y las angustias
de nuestros contemporáneos, sobre todo de los pobres
y de todos los que sufren.
Que el bautismo siga generando hombres y mujeres santos e inmaculados,
llamados a convertirse en miembros vivos del Cuerpo de Cristo,
un Cuerpo que actúa, consuela, reconcilia y transforma
la ciudad terrenal en la que se prepara la Ciudad de Dios.
Intercede por nosotros, que nos enfrentamos a cambios
que parecen encontrarnos desprevenidos e impotentes.
Inspira sueños, visiones y valor,
tú, que sabes mejor que nadie que nada es imposible para Dios,
y que, al mismo tiempo, Dios no hace nada solo.
Pónganos en camino, con la prisa que un día movió tus pasos
hacia tu prima Isabel
y la inquietud con la que te hiciste exiliada y peregrina,
para ser bendecida, sí, pero entre todas las mujeres,
primera discípula de tu Hijo,
madre del Dios con nosotros.
Ayúdenos a ser siempre Iglesia con y entre la gente,
levadura en la masa de una humanidad que clama justicia y esperanza.
Inmaculada, mujer de infinita belleza,
cuida de esta ciudad, de esta humanidad.
Indícale a Jesús, llévela a Jesús, preséntela a Jesús.
Madre, Reina de la paz, ¡ruega por nosotros!
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Boletín de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, 8 de diciembre de 2025
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