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DISCURSO DEL SANTO PADRE LEÓN XIV
A LOS PARTICIPANTES EN EL CURSO DE ACTUALIZACIÓN PARA LOS AGENTES
 DIOCESANOS DE PASTORAL LITÚRGICA

Sala del Consistorio
Lunes, 17 de noviembre de 2025

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En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

¡La paz esté con ustedes!

¡Buenos días y bienvenidos todos!

Saludo al Abad Primado, al Rector del Ateneo San Anselmo, al decano del Pontificio Instituto Litúrgico y a todos los participantes en el curso de actualización para agentes diocesanos de pastoral litúrgica. Me complace darles la bienvenida al inicio de su camino de profundización.

La propuesta formativa en la que participan corresponde a la doble misión del Pontificio Instituto Litúrgico. Como deseaba el Santo Padre Benedicto XVI, este continúa su servicio a la Iglesia con entusiasmo, en plena fidelidad a la tradición litúrgica y a la reforma deseada por el Concilio Vaticano II, según las directrices del Sacrosanctum Concilium y los pronunciamientos del Magisterio (cf. Discurso a los participantes en la conferencia promovida por la Universidad Pontificia de San Anselmo, 6 de mayo de 2011). Por otra parte, iniciativas como esta sirven para implementar las tareas formativas enunciadas en la Constitución Apostólica Veritatis gaudium, como la formación de ministros y fieles para prepararlos a su servicio en la pastoral y la liturgia.

Me parece que la cálida invitación del Papa Francisco también se dirige a su Instituto. En su Carta Apostólica Desiderio desideravi, recomendó: «Es necesario encontrar cauces para una formación como estudio de la Liturgia: a partir del movimiento litúrgico, se ha hecho mucho en este sentido, con valiosas aportaciones de muchos estudiosos e instituciones académicas. Sin embargo, es necesario difundir este conocimiento fuera del ámbito académico, de forma accesible, para que todo creyente crezca en el conocimiento del sentido teológico de la Liturgia (…), así como en el desarrollo de la celebración cristiana» (n.º 35).

En efecto, en las diócesis y parroquias es necesaria dicha formación, y es importante iniciar cursos bíblicos y litúrgicos cuando no los haya. El Pontificio Instituto Litúrgico podría cualificarlos para ayudar a las Iglesias particulares y a las comunidades parroquiales a formarse en la Palabra de Dios, explicando los textos del Leccionario de los días feriales y festivos, y también para continuar una iniciación cristiana y litúrgica que ayude a los fieles a comprender, mediante los ritos, las oraciones y los signos visibles, el misterio de la fe que se celebra (cf. Sacrosanctum Concilium, 48).

En cuanto a la formación bíblica unida a la formación litúrgica, recomiendo que los directores de las Oficinas de Pastoral Litúrgica presten especial atención a quienes proclaman la Palabra de Dios. Asegúrense de que los lectores instituidos y quienes leen regularmente las Escrituras en las celebraciones estén bien preparados. Un conocimiento bíblico básico, una dicción clara, la capacidad de cantar el salmo responsorial y de componer oraciones de los fieles por la comunidad son aspectos importantes que implementan la reforma litúrgica y ayudan al Pueblo de Dios a progresar en su camino.

Somos conscientes de que la formación litúrgica es uno de los temas principales de todo el camino conciliar y posconciliar. Se ha avanzado mucho, pero aún queda mucho camino por recorrer. No nos cansemos: retomemos con entusiasmo las buenas iniciativas inspiradas por la reforma y, al mismo tiempo, busquemos nuevos caminos y nuevos métodos.

La Oficina para la Pastoral Litúrgica es responsable en cada diócesis de la formación permanente del clero y de los fieles, de la preparación a los ministerios, del cuidado de los grupos litúrgicos parroquiales, de los ministrantes, de los lectores, de los cantores. Se trata de favorecer una participación fructífera del Pueblo de Dios, así como una liturgia decorosa, atenta a las diversas sensibilidades y sobria en su solemnidad.

Entre los aspectos ligados a su servicio como directores, deseo destacar la promoción de la Liturgia de las Horas, el cuidado de la piedad popular, la atención a la dimensión celebrativa en la construcción de nuevas iglesias y en la reforma de las ya existentes. Son temas que afrontarán durante el curso y a los que se enfrentan diariamente.

En muchas parroquias, además, existen grupos litúrgicos, que deben trabajar en sinergia con la comisión diocesana. La experiencia de un grupo, incluso pequeño pero bien motivado, que se ocupa de la preparación de la liturgia es expresión de una comunidad que cuida sus celebraciones, las prepara y las vive plenamente, de acuerdo con el párroco. De esta manera, se evita delegarle todo a él y dejar solo a unas pocas personas la responsabilidad de cantar, proclamar la Palabra y ornamentar la iglesia. Con el tiempo, lamentablemente, algunos de estos grupos han menguado hasta desaparecer, como si hubieran perdido su identidad; por lo tanto, es necesario trabajar para que este ámbito de la vida eclesial vuelva a ser atractivo, capaz de incluir a personas competentes o al menos inclinadas a este tipo de servicio.

Como directores designados por los obispos, podrían ofrecer a sus compañeros párrocos cursos de formación para iniciar o consolidar grupos litúrgicos en la parroquia, capacitando a sus miembros y ofreciendo sugerencias para sus actividades. Los talleres del curso les ayudarán en este sentido a encontrar y experimentar formas apropiadas que pueden introducir en sus Iglesias particulares. Su creatividad pastoral sabrá encontrar luego las más adecuadas.

Queridos amigos, al comenzar este camino formativo, espero que la etapa en Roma, durante el Año Jubilar, además de ofrecerles herramientas para una comprensión más profunda, revitalice sus energías espirituales para que, al regresar a las Iglesias locales, puedan continuar con renovado impulso su acción pastoral al servicio de la liturgia. Y este es mi deseo, al bendecirlos de corazón. Gracias.
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Boletín de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, 17 de noviembre de 2025